Fármaco: testimonio sobre la depresión.

Un testimonio personal sobre la depresión. Más allá del mensaje que podría estar patrocinado por la industria farmacéutica, algunos de sus fragmentos describen sus sensaciones, pensamientos y emociones.

Fármaco


Almudena Sánchez

 • Textos seleccionados •

Este libro es para personas tristes con sentido del humor que alguna vez han notado como el cerebro se les marchaba, se les escapaba de las manos, cuando las manos son las únicas partes humanas -  puramente realistas - con las que agarramos cosas sensibles y abrazamos, abrazamos tanto.

Escribir los pensamientos es empezar a vivirlos.

Es hora de que la fragilidad salga al escenario. Adiós a los machotes y al sacrificio femenino ilimitado. Que la blandura, el resbalón, el desgarro delicado aparezcan en los libros. Sin tanto golpe que nos doble. Sin vanidad y venganza orgullosa: llorar cinco lagrimones gordos que nos pesen en la cara, igual que cuando éramos niños... Es de justicia humana que el tropiezo triunfe. Que se nombre, que se oiga, que vibre. La manía de la moda de la autoayuda al vertedero y a llorar, a llorar, a levantar la tapa de la desolación. Que somos personas perdiendo amores preciosos por el camino. Y duele como un rayo. Y el rayo se clava y después del relámpago viene el trueno, eso me enseñaban de pequeña, pero el rayo qué es: la depresión es el rayo.

Si a pedir perdón se aprende con el daño y la compasión; si a ser mejor persona se aprende conociendo a otras personas mejores que tú; sí a rezar se aprende por imposición; si el frío se asimila poco a poco, a una madre no la enseña nadie. Conozco a todo tipo de madres y mi madre hizo lo que pudo conmigo: me adiestró y me regaló un motor con pilas. 

Golpear la mesa

como si esa mesa

fuera la mente

 Alba Sabina Pérez

Estaba convencida de que en el colegio no me aceptaban por tener el pelo ondulado y encrespado. El mal de todos mis problemas era capilar. El acoso escolar era culpa de mi pelo rebelde y de un cuerpo que tapaba con camisetas largas. Sacaba malas notas porque no podía pensar en otra cosa que en mi flequillo rizado.

¿Me salvaron la vida los libros?

Pienso que sí, muchísimo. Página tras página, notaba que morirme era imposible, a pesar de haber comido trozos de papel de regalo: estaba leyendo y no podía parar de transformarme en otros personajes que me alejaban de la niña que era yo.

Soy alérgica a mi propia niñez.

En los cuadros, mi abuela no llora. Sus fotos son más felices que ella.

Las pesadillas, si son nocturnas y en la cama, se pueden soportar. Lo que no se puede soportar es lo que pasa en el mundo sensible.

Qué fuertes somos en los sueños.

Qué es lo que nos pasa sin saber lo que nos pasa y refugiada en un libro que me tape toda la cara.

¿Es muy duro aguantar la tristeza de los demás? 

𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜

 Este es el relato de una explosión, del momento en que la tristeza dinamitó todas las certezas de la autora y decidió instalarse en su cuerpo. Un cerebro que quería desaparecer y una escritora que lo agarró y buscó cómos y porqués entre recuerdos, conductos y cavidades. Aquí hay infancia y hay madre, una niñez en escuelas de Mallorca y en campos de Castilla; hay pastillas naranjas que te ponen en pausa y pastillas rojas que te lanzan a la estratosfera; hay sueños, pesadillas y deseos: «ojalá la depresión se quitara desnudándonos, tímidamente y despacio». Y libros. Hay muchos libros, historias para escapar y otras para entender qué pasaba en su cabeza. Aquí la literatura es bálsamo, esperanza y salvación.

Nº de páginas: 192. Editorial Literatura Random House, 2021. Comenzar la lectura.



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Lectura: Las gratitudes - Delphine de Vigan

Las gratitudes 


Creo que algunos libros nos ayudan a convivir con las pérdidas de la vejez, de las enfermedades cerebrales, las demencias. Nos duele, nos dejamos arrastrar a ese espacio ya tan dañado. Nos aportan palabras para describir una niebla emocional, a veces ligera, a veces demasiado densa. Nos acogen en un refugio en el que podemos permitirnos llorar, sentir de forma plena, sin pudor, sin miedo a mostrar. Un universo de afecto, de amor, de compasión y de profundo agradecimiento.

Algunos párrafos en los que me he parado. Podrían ser muchos más.

¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Unas gracias sinceras. La expresión de vuestra gratitud, de vuestro agradecimiento, de vuestra deuda.

¿A quién?

Eso es lo que te espera... pasos cortos, cantidades pequeñas, meriendas frugales, salidas breves, visitas rápidas.

Una vida reducida menguada, pero perfectamente ordenada.

Michka se queda callada unos instantes, perdida en sus pensamientos. Hasta que ahuyenta la decepción como quien espanta una mosca.

¿Qué sentido tiene todo esto?

Sin el lenguaje, ¿qué nos queda?

Envejecer es aprender a perder.

Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo

Y ya no hay nada en la columna de las ganancias.

Un día ya no puedes correr, ni caminar, ni inclinarte, ni agacharte, ni levantarte, ni estirarte...

Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, la noción del tiempo, perder el sueño, perder el oído, perder la chaveta.

A veces conviene aceptar el vacío que deja la pérdida.

Renunciar a la distracción. Aceptar que ya no hay nada que decir.

Permanecer sentado a su vera, cogiéndola de la mano.

Sinopsis: "Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería. A menudo pensaba: ”Le debo tanto.“ O: ”Sin ella, probablemente ya no estaría aquí.“ Pensaba: ”Es tan importante para mí.“ Importar, deber. ¿Es así como se mide la gratitud? En realidad, ¿fui suficientemente agradecida? ¿Le mostré mi agradecimiento como se merecía? ¿Estuve a su lado cuando me necesitó, le hice compañía, fui constante?", reflexiona Marie, una de las narradoras de este libro. Su voz se alterna con la de Jerôme, que trabaja en un geriátrico y nos cuenta: "Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias. Y con el miedo a morir. Forma parte de mi oficio."

A ambos personajes –Marie y Jerôme– los une su relación con Michka Seld, una anciana cuyos últimos meses de vida nos relatan estas dos voces cruzadas

Nº de páginas: 176. Editorial Anagrama, Barcelona 2021. Traductor: Pablo Martín Sánchez. Acceso al principiodel libro.


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Intervención psicológica en el duelo y una lectura con pensamiento mágico

La experiencia del duelo se produce después de una pérdida, y se trata de una reacción humana universal y normal. La mayoría de las personas se recuperan de la muerte de sus seres queridos sin gran problema. Las evidencias científicas muestran prevalencia de 7 a 20% de duelos que llegan a complicarse. En el duelo complicado, la evitación del dolor que se genera lleva al sufrimiento y puede transformarse en una profunda pérdida de todo lo que es amado y quedó vivo después de la muerte.

Abordando el duelo desde la terapia de aceptación y compromiso (ACT).

Programa que se adapta a cada persona y a sus circunstancias.

·       Convivir con el dolor

·       Defusión cognitiva

·       Valores

·       Compromiso y acción

·       Yo y contexto

Acceder al esquema de la intervención.


Una lectura que nos acerca a esta mujer y a su intenso sufrimiento tras la muerte de su marido. A veces nos reconocemos en su forma de sentir, de transitar.

 El año del pensamiento mágico de Joan Didion. 

Copio algunos párrafos que pueden servir para reflexión, para escribir, para hablar de la muerte y del dolor. Para expresar y conectar con nosotros mismos y con nuestros seres queridos.

 La vida cambia deprisa

La vida cambia en un instante

Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba

La cuestión de la autocompasion

....cuando tenemos delante un desastre repentino, siempre nos fijamos en lo anodinas que eran las circunstancias en las que ha tenido lugar lo impensable, en el cielo azul claro del que ha caído el avión, en el recado rutinario que ha terminado con el coche en llamas en el arcén, en los columpios donde los niños estaban jugando como de costumbre cuando la serpiente de cascabel atacó desde la hiedra.

El dolor por la muerte de un ser querido, cuando llega, no es en absoluto como esperamos que sea.

Necesitaba estar sola para que él pudiera volver.

En un plano subjetivo, los supervivientes pueden sentir que están envueltos en un capullo o en una manta; ante los demás dan la impresión de estar llevándolo con entereza. Como la realidad de la muerte todavía no ha penetrado en la conciencia, puede parecer que los supervivientes están asimilando muy bien la pérdida.

La gente que ha perdido hace poco a un ser querido tiene una expresión peculiar, que tal vez solo reconocen quienes han visto esa misma expresión en su propia cara... Se trata de una expresión de vulnerabilidad extrema, de desnudez e indefensión... La gente que ha perdido a un ser querido parece desnuda porque se cree a sí misma invisible.

Yo quería más que una noche de recuerdos y suspiros

Yo quería gritar

Yo quería que volviera

 

Durante el despegue, él me cogió la mano hasta que el avión empezó a nivelarse.

Como siempre.

¿Qué fue de aquello?


Leer, aprender, resolver los interrogantes y acudir a la literatura especializada.

La información es control.

Los supervivientes miran hacia atrás y ven presagios, mensajes que se perdieron.

Yo solía contarle mis sueños a John, no para entenderlos, sino para deshacerme de ellos, para despejarme la cabeza de cara al resto de la jornada.

Al morir él dejé de tener sueños.

Fui al médico para hacerme un chequeo rutinario. Él me preguntó cómo estaba. En la consulta de un médico, no se trataba de ninguna pregunta inesperada. Y, sin embargo, me sorprendí a mí misma rompiendo a llorar.

El dolor por la pérdida de un ser querido resulta ser una situación que nadie conoce hasta que llega a ella. Nos imaginamos (sabemos) que alguien cercano a nosotros podría morir, pero no nos planteamos más que los pocos días o semanas inmediatamente posteriores a esta muerte imaginada. Y hasta malinterpretamos la naturaleza de esos pocos días o semanas. Si la muerte es repentina, podemos suponer que nos quedaremos en shock. Pero no nos esperamos que este shock sea aniquilador, que nos trastorne tanto el cuerpo como la mente. Podemos suponer que nos quedaremos postrados, inconsolables, enloquecidos por la pérdida. Pero no esperamos enloquecer literalmente, convertirnos en "mujeres muy fuertes" que están convencidas de que su marido va a regresar y le van a hacer falta sus zapatos. En la versión del dolor por la pérdida de un ser querido que nos imaginamos, el modelo es la "curación" . En ella siempre prevalece cierto progreso. Los peores días serán los primeros. Nos imaginamos que el momento que nos supondrá la pérdida más dura será el funeral y que después vendrá esa hipotética curación. Cuando nos imaginamos el funeral, nos preguntamos si acaso conseguiremos 'superarlo", si estaremos a la altura de la situación, si mostraremos esa "fortaleza" que inevitablemente se menciona como la reacción correcta a la muerte. Suponemos que tendremos que echarle agallas a ese momento: ¿seré capaz de saludar a la gente, seré capaz de salir de escena, seré capaz siquiera de vestirme ese día? No tenemos forma de saber que el problema no será ese. No tenemos forma de saber que el funeral en si será anodino, una especie de regresión narcótica en la cual nos veremos envueltos en el cariño de los demás y en la gravedad y el sentido de la ocasión. Ni tampoco podemos conocer por anticipado (y aquí reside la diferencia esencial entre el dolor por la muerte de un ser querido tal como nos lo imaginamos y tal como es en realidad) la ausencia interminable que vendrá después, el vacío que es justamente lo contrario del sentido, la sucesión implacable de momentos durante los cuales afrontaremos la experiencia del sinsentido mismo.

Estos fragmentos los he usado para sostener mis ruinas

Somos seres mortales imperfectos, conscientes de esta mortalidad incluso cuando la apartamos a empujones, decepcionados por nuestra misma complejidad, tan incorporada que cuando lloramos a nuestros seres queridos también nos estamos llorando a nosotros mismos, para bien o para mal. A quienes éramos. A quienes ya no somos. Y a quienes no seremos definitivamente un día.

Me cuesta considerarme a mí misma una viuda. Me acuerdo de que vacilé la primera vez que tuve que rellenar la casilla correspondiente en el apartado de la situación conyugal de un impreso. También me costaba antes considerarme una esposa.

Mi cumpleaños del año anterior, cuando él me hizo el último regalo que me haría nunca.

Mi cumpleaños del año anterior, cuando a él solo le quedaban 25 noches de vida.

Lo que les confiere tanta nitidez a esos días de diciembre de hace un año es su final.

La locura se está alejando, pero no hay ninguna claridad que venga a ocupar su lugar.

Sé por qué intentamos mantener con vida a los muertos, intentamos mantenerlos con vida para tenerlos con nosotros.

También sé que si queremos seguir vivos llega un momento en que tenemos que dejar ir a los muertos, dejarlos ir, dejarlos muertos.


Sinopsis: La autora narra la muerte repentina de su marido, el también escritor John Gregory Dunne. Este libro tan breve como intenso es una reflexión sobre el duelo y la crónica de una supervivencia. 

El año del pensamiento mágico obtuvo el National Book Award en 2005. Nº de páginas: 192. Editorial Literatura Random House, 2021. Traductor: Javier Calvo Perales. Primeras páginas.



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