«Gómez Bárcena vuelve a romper las costuras literarias con este fascinante, íntimo y a la vez colectivo libro que nos invita a revisar nuestra atomizada sociedad, pero también nuestros propios fantasmas y miedos. Un libro original y emocionante que destierra el mito de que la literatura es un acto solitario del autor y del lector: escribimos y leemos para no estar solos o, quizá, para estar bien acompañados» Laura Barrachina.
Selección de párrafos
Ciertos comercios, como la cadena de supermercados Jumbo en Países Bajos, han creado las cajas habladoras: una línea de cajas lentas, en la que los clientes no tienen que llenar sus bolsas a toda prisa y pueden quedarse unos minutos a charlar con los cajeros.
He ahí la verdadera diferencia con nuestro tiempo, que no está tanto en la experiencia de la soledad como en la manera de expresarla. Hoy anhelamos compartir nuestros sentimientos y acceder a los sentimientos de los demás, con una intensidad que siglos atrás no habíamos creído posible. No leemos un libro ni vamos al cine para que nos cuenten hechos, sino porque nos conmueven las emociones que esos hechos provocan a los personajes. Una película sobre un náufrago que no atraviesa un solo momento de desesperación nos resultará sencillamente incomprensible. Esa necesidad de comunicar nuestras emociones, esa curiosidad por experimentar la felicidad o el sufrimiento del otro, si puede considerarse un rasgo genuinamente contemporáneo. La experiencia de la soledad es pues tan antigua como el ser humano: mucho más reciente es nuestro anhelo por habitar la soledad de los otros.
La soledad también puede ser esto: consagrar nuestra vida a algo que es insignificante para los otros. Que su mirada nos devuelva la impresión de que nosotros mismos somos insignificantes.
Necesitamos existir ante los ojos de los demás para saber quiénes somos.
Es difícil saber qué vino primero, si la exclusión o la singularidad. Si ser como soy me hizo estar fuera, o fue el hecho de estar fuera lo que me hizo como soy. Ambas respuestas son correctas, supongo. La persona que he llegado a ser es en parte un resultado de aquellos años, del camino que emprendí entonces.
Porque la pantalla no es solo una frontera que nos separa: también una puerta que en determinadas circunstancias puede ser atravesada.
María Pilar Castro ha denominado soledad sintónica: la sensación de que no podemos sintonizar con los otros, de que nos comunicamos en una frecuencia equivocada.
Cuanto más solos nos sentimos, más defectuosas se vuelven nuestras estrategias para relacionarnos con los otros, lo que intensifica aún más nuestra sensación de soledad.
La barrera que los solitarios ponen al mundo es tan hermética que es fácil confundir su sufrimiento con la altanería, y su soledad forzosa con un sincero deseo de estar solos.
[…] toda narración surge de la vivencia solitaria de un ser humano, y de su esfuerzo por compartirla. O lo que es lo mismo, la soledad de un hombre que por el efecto mágico de una palabra se convierte en la experiencia de todos los hombres.
El deseo de estar completamente solo. El miedo de ser capaz de conseguirlo. A lo largo de mi vida ambas fuerzas han tirado de mí en diferentes direcciones.
¿Pueden por ejemplo dos personas estar unidas en completa armonía y al mismo tiempo en radical soledad?
Porque también los creadores, como los místicos, nos creemos capaces de ciertos milagros: aprender a transmutar nuestra soledad en belleza.
[…] muchos de los genios de la Historia fueron personas obligadas a estar solas durante largas convalecencias.
Porque
estar solo también puede consistir en eso, en arribar a una tierra
desconocida y verse rodeado por una muchedumbre de extraños que nos
miran no porque quieran saber quiénes somos, sino porque están
decididos a confirmar lo que ya creen saber sobre nosotros.
Estar
solo es ponerse una corona sobre la cabeza y que los demás nunca más
vuelvan a mirar nuestra cabeza, solo la corona.
Estar solo no quiere decir estar físicamente lejos de las personas, sino haber perdido la capacidad de vivir el contacto con el Otro como una experiencia.
Juan Gómez Bárcena, Mapa de soledades.
Esta reseña se complementa con la publicada en mi otro blog, donde podrás leer más fragmentos e información sobre el libro. Si lo deseas, puedes acceder desde AQUÍ.
Luz González Prieto - Psicóloga (G- 2402)
Atención psicológica en Vigo y online.