Maternidades aplazadas, vidas aplazadas

 



Un texto para profundizar en la realidad de muchas mujeres con respecto a la maternidad. Publicado en 2019, todavía muy vigente.

Este libro aborda el retraso en la edad de maternidad en la generación que va de los 25 a los 35. También habla de mujeres que cuando iban a lanzarse a tener un bebé, se quedaron sin trabajo. Reflexiona sobre el miedo a tener hijos y sobre el miedo a no tenerlos jamás. Un relato colectivo que habla sobre nuestros cuerpos atravesados por la precariedad. Y sobre ponerlo todo en un paréntesis hasta no sabemos cuándo.


He seleccionado algunos párrafos

No me pregunto ahora si algún día me arrepentiré de no llegar a ser madre, sino si llegaré a arrepentirme de serlo.

¿Quién soy como mujer además de como madre? ¿Quién soy como no madre?

¿En algún momento las cosas mejoran?

La maternidad debe ser deseada y no impuesta.

A menudo trato de averiguar por qué muchas de nosotras tenemos un deseo tan profundo de maternidad. Sí, ya, es cultural. Pero la palabra se me queda corta.

¿Queremos ser madres porque buscamos ser felices con los códigos establecidos?

Quieren tener hijos para darles la maravillosa infancia que sus padres les dieron a ellos. Quieren tener hijos para ser los padres que ellos no tuvieron..

A día de hoy, tener hijos sigue siendo la preferencia mayoritaria tanto entre hombres como entre mujeres. Tenemos menos hijos de los que querríamos. Y entre las razones que alegan las mujeres encuestadas para dicho estudio están, principalmente, las económicas

Puedes consultar el informe final del CSIC: El desafío de la baja fecundidad en España / 2018.

La edad media en España a la que se tiene el primer hijo está entre 31 años, una de las más altas en todo el mundo.

En España ya hay más madres de 40 que de 25 y las mujeres que tienen hijos entre los 35 y los 39 duplican el número de mujeres que tienen hijos entre los 25 y los 29

Madre añosa o tardía es el adjetivo que se aplica en el ámbito científico a aquellas mujeres que tienen hijos a partir de los 40

(Una curiosidad: No entran en la categoría madre cuando el bebé no ha sido gestado por la propia mujer).

Este retraso en la edad de maternidad no solamente incumbe a las personas con más formación, como venía pasando hasta ahora -mujeres que postergaban el momento de tener un hijo porque primero querían centrarse en su carrera-, sino que ahora afecta prácticamente a todos los estratos sociales.

Según datos del INE: más de tres millones de mujeres de entre dieciocho y cincuenta años (todas las edades comprendidas en su encuesta) aseguran que han tenido los hijos más tarde de lo que hubieran querido; entre su edad real de maternidad y la deseada hay más de cinco años de diferencia. Y algo más de un millón de mujeres sitúan esa distancia en seis años o más.

Un término que desconocía: Acuerparnos. Hacer un cuerpo conjunto. Arrimarnos y amarrarnos las unas a las otras.

El lenguaje es quizá la herramienta más poderosa que existe porque sirve tanto para descubrir una nueva realidad como para ocultar la misma.

Nulipara designa a la mujer que nunca ha parido.

Una madre de verdad y una hija de mentira como resultado de maternidades imaginadas.

Comer marisco en un yate privado es una caricatura, una hipérbole. Ahora el lujo es algo así como independizarte, vivir en el centro de una ciudad y poder comer tres veces al día.

Precariedad e inseguridad laboral, de acceso a la vivienda y conciliación.

La culpa nos lleva a pensar que lo fallido es nuestra propia vida, y no las condiciones materiales que deberían sustentarla.

Vivo entre la ola y la roca. Que será más fuerte, ¿mi asunción de que el momento ideal no existe o el anhelo?


El vientre vacío

Relato de una generación precaria y sin hijos
Noemí López Trujillo
Editorial Capitán Swing, 2019. Número de páginas: 128. Empezar a leer.




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Parir - Documental

Parir

Documental que denuncia la violencia obstétrica en el parto y el embarazo en España.

Un relato coral contado por víctimas y matronas.

Disponible en la plataforma RTVE Play


La importancia de la atención respetuosa. Espacios seguros.

Violencia normalizada. Tabú y silencio.
Plan de parto. Decisiones consensuadas y consentimiento informado.


En nuestro país, seis de cada diez mujeres afirman haber sufrido algún tipo de maltrato en alguna de las etapas del embarazo o durante el parto. Dos resoluciones de la ONU han condenado a España por el trato dispensado a las madres durante el parto. Sin embargo, la violencia obstetricia sigue siendo una realidad enormemente invisibilizada. En este documental se aborda en profundidad cómo han evolucionado los procedimientos de acompañamiento a las mujeres embarazadas.

Muestra el cambio de paradigma en la atención al parto y sus deficiencias. Este trabajo no sólo formaliza la denuncia de las víctimas, también recopila nuevas modalidades de asistencia médica durante el embarazo.

El seguimiento, también pone el foco en el papel fundamental de las matronas, especialistas que ejercen en nuestro país desde 1994, esenciales para brindar una mejor atención a las mujeres desde la Sanidad Pública.

El hospital de La Plana, un referente

Existen modelos hospitalarios de atención al parto y el nacimiento basados en el respeto a las mujeres que dan a luz. Respeto a su cuerpos, sus bebés, sus derechos y sus deseos. Parir nos acerca de forma íntima y humana el trabajo del hospital de La Plana, un referente de parto respetado, obtiene algunos de los mejores resultados en tasas de medicalización y cesáreas, y mujeres de todo el territorio eligen parir allá, a veces desplazándose desde lejos, para buscar una asistencia humanizada.

Una nueva representación del parto

Un elemento fundamental del documental son los embarazos y los partos de un grupo de mujeres en el hospital de La Plana. Sus experiencias permiten ilustrar el impacto del trabajo de las matronas en la realidad de sus vidas.

España está condenada por las Naciones Unidas por ejercer violencia obstétrica en dos ocasiones. Una cuestión que abordan con Francisca Fernández, abogada especialista en derecho sanitario que defiende a las víctimas de la violencia obstétrica en tribunales y ante la ONU. Ella es la responsable de esta condena por parte del Comité la ONU para la eliminación de la discriminación contra las mujeres (CEDAW). Ella lleva años luchando por algo tan básico como el consentimiento informado de cualquier practica obstetricia.

Más información en el artículo: “Parir”, un documental sobre la maternidad respetada: “Las mujeres embarazadas no somos enfermas, podemos decidir”


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12 causas que están perjudicando nuestra atención


12 causas que están perjudicando nuestra atención

1 - El aumento de la velocidad, la alternancia y el filtrado.
2 - La mutilación de nuestros estados de flujo.
3 - El aumento del cansancio físico y mental.
4 - El desplome de la lectura sostenida.
5 - La alteración de las divagaciones mentales.
6 - El surgimiento de una tecnología que puede seguirnos y manipularnos.
7 - El surgimiento del optimismo cruel (o por qué los cambios individuales son un punto de partida importante pero no bastan).
8 - El estrés se dispara y se desencadena la alerta.
9 y 10 - Nuestras dietas empeoran y aumentan la contaminación.
11 - El aumento de TDAH y cómo respondemos a él.
12 - El confinamiento físico y psicológico de nuestros hijos.

En el podcast se amplía cada uno de estos puntos.


Contenido extraído del libro: El valor de la atención. Por qué nos la robaron y cómo recuperarla. Johann Hari

Sinopsis: No hay mercado más lucrativo que el de la atención. ¿Quiénes son los que batallan por nuestro tiempo? Y, ¿cómo recuperarlo?

La atención ha entrado en una profunda crisis. ¿Cuáles son los motivos?, ¿quién nos la está robando?, y, más importante aún, ¿cómo podemos recuperar nuestra capacidad de concentración? Un demoledor ensayo que indaga en una de las grandes epidemias del momento y en sus posibles soluciones.

Según algunos de los últimos estudios publicados, los adolescentes solo son capaces de concentrarse en una tarea durante sesenta y cinco segundos, mientras que los adultos apenas pueden aguantar tres minutos. Como muchos de nosotros, Johann Hari es consciente del peligro que supone la omnipresencia de las pantallas, así como de esa imperiosa necesidad que nos asalta de pasar constantemente de un dispositivo a otro sin levantar la vista. Hoy en día, lograr el estado de concentración necesario para acometer labores intelectualmente complejas y exigentes es casi una quimera.

Hari decidió entrevistar a los principales expertos en concentración humana para identificar las causas de esta crisis. EnEl valor de la atención desglosa los doce factores que la generaron–desde nuestra incapacidad de dejar fluir la mente hasta la contaminación en las ciudades–, y denuncia a las poderosas empresas que nos están robando el foco. Además, nos da las herramientas para entender la situación, defendernos y recuperar nuestra capacidad de vivir con atención.

Pregúntate si tienes la capacidad de atención suficiente para leer este libro. Si es que sí, adelante, léelo. Si no…entonces con más razón aún

Nº de páginas: 448. Tiempo de lectura estimado: 10h 42m. Ediciones Península, 2023. Traducción: Juanjo Estrella González.

Johann Hari (Glasgow, Escocia, 1979), es un afamado divulgador. Ha colaborado con The New York Times, Le Monde y The Guardian, entre otros periódicos. Sus Charlas TED sobre adicción y depresión han tenido más de 80 millones de visualizaciones.

Otros libros del autor: Tras el grito y Conexiones perdidas. 




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Madres e hijas

Madres e hijas

Una antología de relatos sobre la maternidad y sus formas.

Escritoras que participan: Rosa Chacel, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Josefina R. Aldecoa, Esther Tusquets, Cristina Peri Rossi, Ana María Moix, Soledad Puértolas, Clara Sánchez, Paloma Díaz-Mas, Mercedes Soriano. Almudena Grandes y Luisa Castro.

Editorial Anagrama, Barcelona 2022. Número de páginas: 240. Tiempo de lectura: 5h 40m

Copio varios fragmentos como punto de partida para la reflexión.

Pero yo quisiera que alguien me explicase por qué cuando me voy alejando por la acera, manchada de sol y niebla, y siento la campana del colegio, llamando a clase, por qué, digo, esa expectación anhelante, esa alegría, porque me imagino el aula y la ventana, y un pupitre mío pequeño, desde donde veo el jardín y hasta veo clara, emocionalmente, dibujada en la pizarra con tiza amarilla una A grande, que es la primera letra que yo voy a aprender…

(Así piensa la madre al dejar a su hija el primer día de clase ante la puerta de la escuela).

Al colegio, Carmen Laforet

Mi madre siempre tuvo la costumbre de acercar a la ventana la camilla donde leía o cosía, y aquel punto del cuarto de estar era el ancla, era el centro de la casa. Yo me venía allí con mis cuadernos para hacer los deberes, y desde niña supe que la hora que más le gustaba para fugarse era la del atardecer, esa frontera entre dos luces, cuando ya no se distinguen bien las letras ni el color de los hilos y resulta difícil enhebrar una aguja; supe que cuando abandonaba sobre el regazo la labor o el libro y empezaba a mirar por la ventana, era cuando se iba de viaje. "No encendáis todavía la luz -decía-, que quiero ver atardecer". Yo no me iba, pero casi nunca le hablaba porque sabía que era interrumpirla. Y en aquel silencio que caía con la tarde sobre su labor y mis cuadernos, de tanto envidiarla y de tanto mirarla, aprendí no sé cómo a fugarme yo también. Luego entraba a alguien, daba la luz y reaparecían los perfiles cotidianos. "Bueno, habrá que correr las cortinas", decía ella, como despertando.

De su ventana a la mía Carmen Martín Gaite

Tú eras una madre distinta y a mí me encantaba casi todo el tiempo que lo fueras, aunque podía resultar engorroso que en casa imperaran costumbres insólitas.

Carta a la madre, Esther Tusquets

Entonces mi madre empezó a cambiar. Empezó a escuchar a mis hermanas, las crónicas de sus vidas que huían, que volvían, empezó a cuidar de los hijos de mis hermanas, a hablar de ellos. Su silencio había sido invadido, sepultado. Tal vez había dejado de pensar. En cierto modo, yo también dejé de pensar. No hay mucho tiempo para pensar cuando se huye.

El cuarto está lleno de fotografías.¿Es así como mi madre ha llenado su silencio, con las vidas inmóviles de los otros?

La hija predilecta, Soledad Puértolas

Posiblemente Águeda tuvo razón cuando un día me dijo que su hija la necesitaba. Solo en su madre Cari comprendía qué ocurría con los deseos de la gente, con el miedo y con la juventud, ningún otro lugar o persona le aportaban ese conocimiento, estaba casi seguro.

Cari junto a una motocicleta roja, Clara Sánchez

Nunca tuve una gran vocación por la maternidad. Recuerdo que, de adolescentes, muchas amigas mías hacían planes ilusionados con respecto al momento en que se convertirían en madres; parecía que no tuviesen otra vocación en el mundo y a mí me irritaban profundamente sus gritos de alegría, sus mohines y morisquetas cada vez que veían un bebé: se apostaban junto a la cuna o el cochecito, empezaban a proferir gorjeos y arrullos de paloma y acababan pidiéndole a la madre que, por favor, les dejase arropar un momento a la criatura entre sus alas.

A quienes me dicen que me estoy enterrando en vida, que debería volver a trabajar, que he perdido a mi marido, que no puedo atarme a la niña de esta forma, les contesto que estoy contenta con lo que hago y que la obligación de una madre es sacrificarse por su hija.

La niña sin alas, Paloma Díaz-Mas

Mientras afrontaba el último obstáculo, apenas catorce escalones para el fin del mundo, era ya incapaz de explicarme mi mansedumbre, la docilidad con la que había aceptado, tantos años antes, la dictadura del timbre que gobernaba mi vida, y recordaba bien las diversas etapas del proceso, el derrame cerebral que fulminó a mi padre cuando yo todavía no había acabado el bachiller, la trombosis que convirtió a mi madre en una inválida dos años antes de que lograra licenciarme en Ciencias Exactas, la naturalidad con la que mis hermanas asumieron que yo me ocuparía de cuidarla hasta el día de su muerte, la rapidez y la serenidad con las que acepté una misión cuya esencia se confundía con la de mi propio destino, y aquella frase hecha con la que me premiarían tantas veces, ¡qué buena eres, Berta!

La buena hija, Almudena Grandes



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Mentalidad activista

 

Nuestras ideas sobre cuán capaces somos para hacer algo pueden tener un impacto significativo en el resultado de una tarea.

Carol Dweck, profesora de psicología en la Universidad de Stanford, plantea que existen dos tipos de mentalidad que definen el pensamiento: la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento.

«A menudo, si nos sentimos presionados cuando no tenemos una mentalidad de crecimiento, tendemos a centrarnos en lo que no podemos controlar. Es mucho más útil centrarse en lo que podemos influir». Isabella Venour.

Cada persona adopta una perspectiva frente a sus potencialidades. Algunos piensan que tienen capacidades innatas y que esto es determinante. En ese caso, se aplica la mentalidad fija. Otros, en cambio, asumen que el trabajo, la formación y la perseverancia incrementan sus capacidades; esta es la mentalidad de crecimiento.


Mentalidad fija

Poseen la convicción de que su inteligencia , su personalidad y su carácter son rasgos inherentes y estáticos. Parten de la idea de que todo esto se determina al nacer y que no cambia a lo largo del tiempo. Se reafirma.

Estas personas no buscan el cambio, ni la mejora. Suelen concentrarse en evitar el fracaso, en lugar de promover su progreso.

No perseveran, rechazan las críticas y la retroalimentación, ya que las asumen como un reproches. Todo en conjunto las lleva a rechazar los retos.


Mentalidad de crecimiento

Se parte de una idea flexible en torno a las propias capacidades y habilidades. El desarrollo es un proceso continuo y el potencial individual es un terreno desconocido, que se va descubriendo en la medida en que se introducen el aprendizaje, el trabajo y la perseverancia.

Les motiva a querer progresar. Se esfuerzan por incrementar su potencial, yno se rinden fácilmente ante los contratiempos. Tienen la convicción de que un error o un fracaso es un eslabón necesario dentro de un proceso inacabable.

Están abiertos a nuevos desafíos y no se paralizan frente a la incertidumbre. No tienen miedo a fallar porque se fían más del esfuerzo personal, que de supuestas habilidades innatas. No significa que se tenga certeza de conseguir un buen resultado, pero se parte de la idea de que es importante intentarlo y que, sea cual sea el fruto del esfuerzo, de todos modos, va a aportar algo positivo que incluye experiencia y aprendizaje.

Cada mentalidad se hace mucho más evidente en situaciones de dificultad.

Las personas no tienen una mentalidad fija o de crecimiento para todos los problemas.

Es importante identificar las fortalezas personales que pueden utilizar y elaborar un plan para mejorar las áreas débiles.


Mentalidad activista

Decisión activa de utilizar las dificultades como un catalizador para el cambio, una forma de replantear por ejemplo la ansiedad, que deja de ser un problema para ser una lección.

Esta forma de pensar te permite controlar una situación, acontecimiento o experiencia a pesar de su incomodidad, aprender de ello y luego aplicar ese nuevo aprendizaje en una dirección productiva y generativa. Implica tomar conciencia de cómo tus actitudes hacia ti mismo moldean la forma en que interpretas o evalúas los acontecimientos o las situaciones de tu vida.

Cultivar la mentalidad activista requiere pensamiento, compromiso, una conciencia constante y la voluntad de tolerar el malestar. También ser objetivos y positivos al mismo tiempo. Exige desarrollar conciencia de los desencadenantes de nuestra ansiedad y los consiguientes sentimientos negativos.

Aprender de los rechazos, de los fracasos, utilizar las experiencias negativas como herramientas de aprendizaje al mismo tiempo que nos permitimos sentir todo el rango de emociones.

La mentalidad activista se aprende con el tiempo y la práctica.


Artículos

La mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento,  según Carol Dweck

Qué es una mentalidad de crecimiento y cómo puedes cultivarla

Libro: La buena ansiedad, de Wendy Suzuki. Ediciones Paidós, Barcelona 2024



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Respuesta emocional

 

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y regular nuestras emociones, así como las de los demás. Juega un papel fundamental en nuestra vida cotidiana, nos permite gestionar el estrés, tomar mejores decisiones y mantener relaciones interpersonales saludables.

Para encontrar el equilibrio hay que generar cambios. Nos hacemos responsables de lo que sentimos.

Actuamos en dos ámbitos: en aquello que nos genera una emoción difícil de manejar (desencadenantes) y en nuestras reacciones emocionales.

James Gross, profesor de Psicología en la Universidad de Stanford, señala cuatro componentes en el proceso de generación y regulación de las emociones: la situación relevante, los procesos atencionales, los pensamientos y la respuesta emocional.



En cada uno de los componentes podemos utilizar diferentes estrategias de regulación emocional.


1 – Situaciones

Abordar los desencadenantes emocionales

Algunas situaciones nos angustian (acudir a una cita médica, a una entrevista laboral…).

Modular nuestra exposición a ciertos eventos.

Analizar las situaciones a las que nos exponemos para aprender de ellas y saber modularlas.

Habrá escenarios que podremos evitar por nuestro bienestar; en cambio, otros requieren que tomemos decisiones para regular las emociones que nos generan.

Modificar aspectos de las situaciones: el modo en que nos relacionamos con aquello que nos angustia.

Si identificamos estas situaciones que nos generan estrés y ansiedad, desarrollemos estrategias para abordarlas mejor. Siempre habrá aspectos que podamos cambiar, por ejemplo, poniendo en práctica nuevas habilidades.


2 – Atención

Elegir dónde dirigirla.

La sobrecarga impacta en tu universo emocional. Aprender a situar la atención en el punto adecuado. Entrenar una atención más selectiva favorece el bienestar y la calidad de vida.

«La atención es un recurso limitado, así que presta atención a lo que prestas atención». Howard Rheingold

3 – Pensar de otro modo

Reinterpretar una situación para que esa emoción sea más manejable y nos permita dar paso a una reacción más ajustada.

Reinterpretar los pensamientos y aplicar un enfoque más racional nos permite regular mejor las emociones.

Creencias sobre las emociones

Pueden influir en las estrategias de regulación emocional que utilizamos. Para las personas que creen que las emociones son modificables utilizarán la reevaluación como estrategia de regulación emocional.

Es importante conocer cuáles son nuestras creencias sobre las emociones y desafiar aquellas que nos limitan.


4 - Regular la respuesta emocional

Dos estrategias de regulación emocional: supresión y reevaluación.

La supresión consiste en inhibir la expresión de nuestras emociones. No es útil, ni conveniente. Tiene numerosas consecuencias negativas, sobre todo a largo plazo. Su uso frecuente se relaciona con niveles altos de estrés, menor bienestar emocional, menor calidad de las relaciones interpersonales y peor salud física.

La emoción sentida se regula y para ello hay que comprender de dónde viene, qué la provoca y por qué está ahí.

Una vez indagamos en su origen y motivo, llega el momento de emitir una respuesta adecuada para canalizarla y aprender después de esta experiencia.

La reevaluación implica cambiar la interpretación cognitiva de los eventos que nos generan emociones. Posee importantes efectos positivos en la salud mental y emocional. Favorece: relaciones sociales más cercanas, experimentar más emociones positivas y menos emociones negativas, y tener niveles más bajos de estrés.

Todos podemos mejorar nuestras competencias emocionales cuidando tanto de los desencadenantes como de las respuestas a los mismos. Podemos aprender nuevos mecanismos para afrontar la ira, la frustración, la tristeza o la ansiedad.


Dos artículos sobre este tema

Dimensiones de la inteligencia emocional: modelo de Gross y estrategias de regulación

Modelo de regulación emocional de Gross: así puede ayudarte



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Atención


En el podcast:

  • ¿Por dónde anda tu atención?

  • ¿Te concentras con facilidad?

  • ¿El desenfoque puede ser un aliado?

  • ¿TDA desde una visión más amplia?

  • Y además varios ejercicios para mejorar la capacidad de concentración y para aumentar el desenfoque voluntario.



Si lo ves todo de color gris, quita de en medio al elefante. Proverbio indio.

Un pez dentro de una pecera. Los humanos lo han metido ahí. Su memoria está poco desarrollada y su atención es tan limitada que descubre un mundo nuevo cada vez que recorre la pecera. La memoria de pez en lugar de ser una maldición es para él una suerte que transforma la repetición en novedad y la estrechez de una cárcel en un mundo infinito.

El animal es incapaz de fijar su atención más allá de ocho segundos. Pasado este tiempo pasa a otra cosa y su universo mental se reinicia.

Generación millennial, que han nacido con conexión permanente y han crecido con una pantalla táctil en la punta de los dedos. El tiempo de atención, la capacidad de concentración de esta generación es de nueve segundos. A partir de ese momento, el cerebro se desengancha. Necesita un nuevo estímulo, una nueva señal, una nueva alerta, otra recomendación.

Apenas un segundo más que el pez.

Un estudio del Journal of Social and Clinical Psychology valora en 30 minutos el tiempo máximo de exposición a las redes sociales y a las pantallas de Internet, más allá del cual existe riesgo para la salud mental.

La aceleración ha sustituido el hábito por la atención y la satisfacción por la adicción.

Nuestra capacidad de concentración está seriamente erosionada.

No somos desatentos, nos han hecho así. Y por eso mismo podemos dejar de serlo.

Vivimos en un mundo de distracciones. Velocidad excesiva, estrés tecnologías intrusivas o agotamiento, entre otros factores, han desatado una crisis atencional que se expande.

El libro “El eclipse de la atención”nos plantea varias cuestiones importantes. Disminución de la capacidad de concentración, trastornos de hiperactividad en la infancia, percepción generalizada de un tiempo que se acelera, relaciones ansiosas con las nuevas tecnologías, abuso de psicofármacos o posibilidad de acudir a todo tipo de “terapias” para aprender a vivir aquí y ahora. Nunca estamos en lo que estamos.

Zapping multitarea y scrolleo constante. Intolerancia al silencio, incapacidad de recogimiento y concentración, distracción crónica e indiferencia permanente al entorno más inmediato.

Dificultad del acceso a la experiencia del presente.

Vivir intensamente significa vivir atento.

Algunos ejemplos cotidianos de falta de atención

  • Correr para realizar cualquier actividad sin estar atento a dicha acción mientras se ejecuta.

  • Comer rápidamente, romper o tirar cosas en accidentes, olvidar actividades. Todo ello por descuido, por estar pensando en otra cosa.

  • Incapacidad para percibir sentimientos, tensión física o malestar a nivel básico o psicológico, porque no podemos hacernos conscientes de nuestras experiencias habituales

  • Descubrirnos hablando solos o pensando continuamente en cosas sucedidas en el pasado o que podrán suceder en el futuro, sin disfrutar del presente.

  • Juzgar lo que nos ocurre (bueno, malo, agradable, desagradable) y apegarnos o rechazar la experiencia.

La habilidad para prestar atención se puede aprender o mejor dicho reaprender, se puede entrenar o cultivar.

¿Cómo gestionar mejor nuestra atención?

En español decimos «prestar atención», pero en inglés se paga por ella, la atención cuesta algo. ¿Por qué es tan importante tener cuidado con las cosas en las que invertimos nuestra atención?

Piensa en cualquier cosa que hayas hecho de la que estés orgulloso: iniciar un negocio, ser un buen padre, aprender a tocar la guitarra, sea lo que sea, eso de lo que estás orgullosa requiere concentración y atención sostenidas. La atención sostenida está en el centro de todos los logros humanos: deportivos, musicales, la consecución de amistades. Cuando tu capacidad de prestar atención disminuye, tu capacidad para lograr tus objetivos, para resolver problemas, se ve disminuida.

No se trata solamente de una cuestión de autodisciplina o autocontrol: es un problema sistémico. Algunos autores hablan de doce factores que están perjudicando nuestra atención, vinculados a algo que no podemos resolver solo a nivel individual.

Puedo pensar que es culpa mía cuando desde hace años siento que mi atención está empeorando. Cada año mi capacidad para hacer cosas que requieren una concentración profunda y que son importantes para mí, como leer libros, tener conversaciones largas, ver películas, se están volviendo cada vez más difíciles. Esto mismo le sucede a la mayoría de las personas que me rodean. ¿Nos falta fuerza de voluntad?

El problema tecnológico es, en cierto punto, más limitado: el problema no es la existencia de la tecnología, es el diseño actual de las apps.

¿Cómo hacer para que las personas utilicen la app con mayor frecuencia y se queden en ella el mayor tiempo posible? Es una maquinaria diseñada para hackear e invadir tu atención.

No pagas con dinero, sino con tu atención.

Y no parece que vaya a detenerse: empeorará cada vez más. Piensa en cuánto más adictivo es TikTok que Facebook en este momento.

La persona promedio toca su teléfono 2.687 veces al día. Y esa es la cifra antes del covid-19.

Cuando vemos a un niño que no puede concentrarse, sabemos que ese niño tendrá dificultades para ser todo lo que podría ser.

Hay que enfocar la atención hacia donde se quiere ir, no hacia donde se teme llegar.


Libros:

  • La civilización de la memoria de pez: pequeño tratado sobre el mercado de la atención. Bruno Patino.

  • El valor de la atención, Johann Hari.

  • El eclipse de la atención, coordinado por Amador Fernández Sabater y Oier Etxeberria.


Un artículo para reflexionar



Luz González Prieto - Psicóloga (G- 2402)

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