Compañeros indeseados del Covid-19: ansiedad, depresión y alteraciones del sueño

📷 Xubo Lu

Ansiedad, depresión y alteraciones del sueño son las tres principales consecuencias en la salud y bienestar psicológico provocados en la población a causa del Covid-19, según los primeros resultados de un test realizado en la UNED.

 El catedrático de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UNED, Miguel Ángel Vallejo Pareja, dirige un proyecto de investigación destinado a determinar el impacto psicosocial de la COVID-19. Se trata de identificar factores de riesgo, su grado de incidencia en la población, las posibilidades de protección y los modos de afrontar su padecimiento, durante y después de la crisis sanitaria.

Del malestar al bienestar emocional

Los datos recogidos habrían de servir para detectar el malestar emocional de la población provocado por la pandemia, duelos, temores y malestar emocional general y para proponer el tratamiento, terapias y cuidados que van a ser requeridos por la ciudadanía para recuperar su bienestar emocional.

Sentirse amenazados en su salud y en su situación económica está directamente relacionado con los trastornos de ansiedad y depresión.

Las medidas de protección frente al virus, personales, como el lavado de manos, o sociales, como mantener distancia física entre las personas, no reducen el malestar emocional, como tampoco lo hace el tiempo que se dedica a buscar información sobre la COVID-19. Y que la pandemia sea el tema estrella y ocupe gran parte del día a día influye ligera y negativamente en el bienestar emocional.

Sin embargo, no todas las personas presentan problemas que requieren atención profesional. Las personas menos afectadas son aquellas que buscan y toman medidas para resolver los problemas, reconociendo el malestar, pero sin dejar que el malestar les paralice, actuando como factores de protección. Por el contrario, las personas que se culpabilizan a sí mismas, le dan vueltas y revueltas a los pensamientos, niegan u ocultan el malestar, u optan por el aislamiento social, potencian el problema y obtienen puntuaciones más elevadas en ansiedad, depresión y trastornos en el sueño, actuando como factores de riesgo.

El modo de enfrentar los problemas en general, y a la COVID-19 en particular, es característico de cada persona, y no depende tanto del problema en sí sino de nuestra historia y de nuestro entorno, nuestro contexto personal y social.

Es posible mejorar la forma en que afrontamos esta situación. Los factores de riesgo pueden modificarse y potenciar los de protección. Esto no eliminará las emociones negativas, pero sí reducirá su efecto y evitará que se hagan dueñas de nosotros, con la consiguiente incapacitación para resolver los problemas que importan: los proyectos personales, laborales, familiares, etc.

La intervención psicológica es la indicada para procurar esta tarea, y actuar tempranamente es esencial.


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Luz González Prieto
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